El teatro como arte escénico es un arte vivo, en
donde el cuerpo del actor y todo su ser está expuesto para la creación de un
momento estético y reflexivo, en medio de un público que en vivo mira la
construcción de un mundo ficcional, paralelo, sensible, lleno de provocaciones
que lo invitan a ser parte de esta metáfora desde su imaginación.
La provocación de estos diálogos sociales desde
las artes requiere meses y meses de trabajo, de conceptualizaciones, de
reflexiones, de desenmascararse uno mismo para enmascararse en el otro, en el
personaje. Un trabajo intenso no reconocido como tal, porque nuestra labor
es llegar a las almas, a los corazones,
a la mente, a la sensibilidad, y las cosas del espíritu y de la reflexión no
son productivas económicamente, al contrario, devela la nube gris conque muchas
veces nos consumimos mutuamente como humanos y eso puede ser perjudicial para
un sistema establecido.
Y desde esas fervientes utopías que nos
mantiene vivos y paradójicamente las creemos posibles, seguimos creando, desde
la precariedad laboral, pero sin sacrificar la obra escénica y sus discursos
conceptuales y estéticos, generando nuestra acción política desde nuestros
trabajo diario, no desde las peroratas, resistiendo desde nuestro accionar a un
sistema social que se maneja desde intereses de lucro y no desde la
corresponsabilidad social.
Pero creer en la utopía y los sueños no es
desvanecerse en la pobreza y la marginación social, no debemos seguir
admitiendo prejuicios sociales ni discriminación laboral contra los artistas
escénicos. Exigimos la creación de políticas culturales que nos permitan
trabajar, la creación de una ley de Las Artes escénicas que entendiendo
nuestras particularidades, y que al igual de todos los ciudadanos, nos
garantice nuestros derechos como investigadores, creadores, trabajadores y
públicos de las artes escénicas, un SUMAK KAWSAY para el imaginario de nuestras
ciudades y poblados.
Las relaciones democráticas son contrapuestas,
no existe una igualdad por sí misma, y las artes parodian todas estas y más
contradicciones que hasta parecería “contradictorio” creer que un poder
establecido acepte nuestras propuestas, pero como la máxima del teatro es que el
conflicto de dos fuerzas en pugna da paso a la acción (dramática)… accionamos. Como
lo dijo el poeta “se hace camino al andar” y si es juntos, artistas y públicos,
lograremos nuestros propósitos, abriremos los espacios, y se seguirán llenando
de la magia estética del mundo transformado en drama o comedia, sensibilizándonos e igualándonos a todos en simplemente humanos, con sus
máscaras debeladas en una risa o un llanto que se vuelven eternidad. Mucha mierda
compañeros, la función debe continuar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario